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Los sacerdotes judios y Jesus 02/12/2024
¡QUE NUNCA JAMÁS BROTE FRUTO DE TI!
Jesús expulsa a los vendedores en el templo
"Entró Jesús en el Templo y echó
fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo; volcó las mesas de los
cambistas y los puestos de los vendedores de palomas. Y les dijo:
"Está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración. ¡Pero vosotros estáis
haciendo de ella una cueva de bandidos!"
También en el Templo se acercaron a él algunos ciegos y cojos, y los curó. Mas
los sumos sacerdotes y los escribas, al ver los milagros que había hecho y a los
niños que gritaban en el Templo: "¡Hosanna al Hijo de David!", se indignaron y
le dijeron: "¿Oyes lo que dicen éstos?". "Sí - les dice Jesús -. ¿No habéis
leído nunca que De la boca de los niños y de los que aún maman te preparaste
alabanza?". Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, donde pasó la
noche. Al amanecer, cuando volvía a la ciudad, sintió hambre; y viendo una
higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró en ella más que
hojas. Entonces le dice: "¡Que nunca jamás brote fruto de ti!" Y al momento se
secó la higuera. Al verlo los discípulos se maravillaron y decían: "¿Cómo al
momento quedó seca la higuera?". Jesús les respondió: "Yo os aseguro: si tenéis
fe y no vaciláis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que si aun decís a este
monte: "Quítate y arrójate al mar", así se hará. Y todo cuanto pidáis con fe en
la oración, lo recibiréis".
Llegado al Templo, mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los
ancianos del pueblo diciendo: "¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha
dado tal autoridad?". Jesús les respondió: "También yo os voy a preguntar una
cosa; si me contestáis a ella, yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto.
El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?". Ellos
discurrían entre sí: "Si decimos: "Del cielo", nos dirá: "Entonces ¿por qué no
le creísteis?". Y si decimos: "De los hombres", tenemos miedo a la gente, pues
todos tienen a Juan por profeta". Respondieron, pues, a Jesús: "No sabemos". Y
él les replicó asimismo: "Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto"."
(Mateo 21:12-27)
Jesús les dice a los mercaderes "vosotros estáis haciendo de ella una cueva
de bandidos". ¿Qué hay detrás de estas palabras? Pensemos que los sumos
sacerdotes habían permitido esa situación, por lo tanto, Jesús los hace quedar
en evidencia frente al pueblo. Es probable que los sacerdotes estuviesen sacando
un rédito de esas circunstancias.
No dejemos de tener presente el entorno, a las otras personas, al pueblo, a los
que ven lo que ocurre. Esa gente que al otro día se entera de las noticias del
día anterior. Los que comentan lo ocurrido mientras hacen las compras, los que
conversan mientras almuerzan o cenan, los que tal vez ya veían mal que el templo
estuviese lleno de mercaderes. Y ahora pensemos en los sumos sacerdotes que
tienen claro que este Mesías no está haciendo lo que ellos esperaban, que no
podrán controlarlo, que los enfrenta y les dice las cosas a la cara y en
público. En público, a la vista de todos. Obviamente, lo querían matar, y lo
querían matar ya, seguramente no querían esperar ni un segundo más.
Es interesante lo que hace Jesús al día siguiente por la mañana, ve una higuera,
y sabiendo que no era época de higos igual se enoja con ella por no darle higos
y la maldice secándola inmediatamente.
Este hecho en particular suele dejar al lector de la Biblia pensando, ¿qué le
pasó?, ¿por qué se ensaña con la pobre higuera? Es indiscutible que fue una
muestra de poder espectacular. Sin hacer grandes actos, casi al pasar, y con un
hecho casi cotidiano, con sólo su palabra seca un árbol. Si pensamos que los
afectados por lo que Jesús venía enseñando lo querían matar sin dilación, al ver
que Jesús hace un acto de este nivel, -ellos ya habían presenciado hechos
similares y hasta muchísimo más espectaculares por su parte-, les debe haber
hecho pensar que el asunto no iba a ser tan sencillo. El Mesías podía no ser tan
fácil de eliminar, había que planear mejor las cosas.
Fijémonos cómo lo increpan: "¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado
tal autoridad?", claro, les están diciendo "quién eres para hacernos esto",
"¿quién te crees que eres para meterte con nosotros?". Ellos detentaban el
poder, ellos eran los dueños del templo, y Jesús no les tenía miedo y además
cuestionaba todo su sistema.
Repasemos estas parábolas de Jesús el día en que le cuestionan su autoridad.
""Pero ¿qué os parece? Un hombre
tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: "Hijo, vete hoy a trabajar en
la viña". Y él respondió: "No quiero", pero después se arrepintió y fue.
Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: "Voy, Señor", y no fue.
¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?". - "El primero" - le dicen.
Díceles Jesús: "En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes
que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de
justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras
creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer
en él.
"Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una
cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y
se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los
labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos,
y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. De nuevo envió
otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma
manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: "A mi hijo le respetarán".
Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: "Este es el heredero.
Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia". Y agarrándole, le echaron fuera
de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con
aquellos labradores?". Dícenle: "A esos miserables les dará una muerte miserable
arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo". Y
Jesús les dice: "¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los
constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien
hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Por eso os digo: Se os quitará el
Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos". Los sumos
sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba
refiriéndose a ellos. Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente
porque le tenían por profeta." (Mateo 21:28-46)
Y sí, no iba a ser fácil.
Al César lo que es del César…
"Entonces los fariseos se fueron y
celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Y le envían
sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle:
"Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y
que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas.
Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?". Mas Jesús,
conociendo su malicia, dijo: "Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Mostradme la
moneda del tributo". Ellos le presentaron un denario. Y les dice: "¿De quién es
esta imagen y la inscripción?". Dícenle: "Del César". Entonces les dice: "Pues
lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios". Al oír esto, quedaron
maravillados, y dejándole, se fueron." (Mateo 22:15-22)
El principal mandamiento
"Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?". El le dijo: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas"." (Mateo 22:34-40)
La Ley del Talión estaba desterrada, había muerto, ya no más ojo por ojo ni
diente por diente.
Bien, llegan los últimos momentos y Jesús avisa lo que va a ocurrir. Es muy
impresionante cómo les va diciendo todo lo que sucederá y lo que cada uno va a
hacer. Es como una obra de teatro perfecta en la que cada personaje tiene su
papel reservado y cronometrado.
"Y sucedió que, cuando acabó Jesús
todos estos discursos, dijo a sus discípulos:
"Ya sabéis que dentro de dos días es la Pascua; y el Hijo del hombre va a ser
entregado para ser crucificado". Entonces los sumos sacerdotes y los ancianos
del pueblo se reunieron en el palacio del Sumo Sacerdote, llamado Caifás; y
resolvieron prender a Jesús con engaño y darle muerte. Decían sin embargo:
"Durante la fiesta no, para que no haya alboroto en el pueblo".
Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, se acercó a él una
mujer que traía un frasco de alabastro, con perfume muy caro, y lo derramó sobre
su cabeza mientras estaba a la mesa. Al ver esto los discípulos se indignaron y
dijeron: "¿Para qué este despilfarro? Se podía haber vendido a buen precio y
habérselo dado a los pobres". Mas Jesús, dándose cuenta, les dijo: "¿Por qué
molestáis a esta mujer? Pues una "obra buena" ha hecho conmigo. Porque pobres
tendréis siempre con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre. Y al derramar
ella este ungüento sobre mi cuerpo, en vista de mi sepultura lo ha hecho. Yo os
aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se
hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya". Entonces uno de los
Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: "¿Qué
queréis darme, y yo os lo entregaré?". Ellos le asignaron treinta monedas de
plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle".
(…)
"Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: "Yo os
aseguro que uno de vosotros me entregará". Muy entristecidos, se pusieron a
decirle uno por uno: "¿Acaso soy yo, Señor?". El respondió: "El que ha mojado
conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como
está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!
¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!" Entonces preguntó Judas, el que
iba a entregarle: "¿Soy yo acaso, Rabbí ?". Dícele: "Sí, tú lo has dicho".
Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a
sus discípulos, dijo: "Tomad, comed, éste es mi cuerpo". Tomó luego una copa y,
dadas las gracias, se la dio diciendo: "Bebed de ella todos, porque ésta es mi
sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. Y
os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel
en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre". Y cantados los
himnos, salieron hacia el monte de los Olivos. Entonces les dice Jesús: "Todos
vosotros vais a escandalizaros de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al
pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. Mas después de mi resurrección,
iré delante de vosotros a Galilea". Pedro intervino y le dijo: "Aunque todos se
escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré". Jesús le dijo: "Yo te aseguro:
esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces". Dícele
Pedro: "Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré". Y lo mismo dijeron
también todos los discípulos. Entonces va Jesús con ellos a una propiedad
llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: "Sentaos aquí, mientras voy allá a
orar". Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir
tristeza y angustia. Entonces les dice: "Mi alma está triste hasta el punto de
morir; quedaos aquí y velad conmigo". Y adelantándose un poco, cayó rostro en
tierra, y suplicaba así: "Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa,
pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú". Viene entonces donde los
discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: "¿Conque no habéis podido
velar una hora conmigo? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el
espíritu está pronto, pero la carne es débil". Y alejándose de nuevo, por
segunda vez oró así: "Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba,
hágase tu voluntad". Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos
estaban cargados. Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las
mismas palabras. Viene entonces donde los discípulos y les dice: "Ahora ya
podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre
va a ser entregado en manos de pecadores. ¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el
que me va a entregar está cerca". Todavía estaba hablando, cuando llegó Judas,
uno de los Doce, acompañado de un grupo numeroso con espadas y palos, de parte
de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que le iba a entregar les
había dado esta señal: "Aquel a quien yo dé un beso, ése es; prendedle". Y al
instante se acercó a Jesús y le dijo: "¡Salve, Rabbí!", y le dio un beso. Jesús
le dijo: "Amigo, ¡a lo que estás aquí!" Entonces aquéllos se acercaron, echaron
mano a Jesús y le prendieron. En esto, uno de los que estaban con Jesús echó
mano a su espada, la sacó e, hiriendo al siervo del Sumo Sacerdote, le llevó la
oreja. Dícele entonces Jesús: "Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que
empuñen espada, a espada perecerán. ¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre,
que pondría al punto a mi disposición más de doce legiones de ángeles? Mas,
¿cómo se cumplirían las Escrituras de que así debe suceder?". En aquel momento
dijo Jesús a la gente: "¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme con
espadas y palos? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me
detuvisteis. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de
los profetas". Entonces los discípulos le abandonaron todos y huyeron." (Mateo
26:1-56)
Los apóstoles son como niños, los deja un segundo y se quedan dormidos, pero
Jesús no se enoja con ellos, sólo él sabe con exactitud lo que se avecina, por
más que se lo había anticipado a los apóstoles, muchas veces, ellos seguían sin
creer que realmente la muerte de su Maestro llegase a ocurrir tan pronto.
También es muy desesperante ver que Jesús, al haber encarnado como hombre, tiene
las características de un cuerpo humano, siente dolor y cansancio, y él sabe lo
que tendrá que atravesar, ¿cómo no lo va a saber? También sabe que es necesario
para la historia sufrir y que el mundo vea su sufrimiento. No olvidemos que
Jesús está por hacerse cargo de las culpas de la humanidad, así que,
lamentablemente, debe sufrir.
Ése es el extremo sacrificio de Dios, un Dios que se revela infinitamente
misericordioso, un Dios que no sólo entregará a su hijo para salvar a la
humanidad sino que, además, lo conducirá por un camino de martirio, no le espera
una muerte rápida, todo lo contrario, será lenta y cruel.
Terrible.
Insoportable.
Uno quiere que Dios intervenga y detenga su sufrimiento. Pero no, todo debe
cumplirse perfectamente.
Y esto recién empieza…
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