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La Biblia - Jueces 20/11/2024
Al fallecer Josué, los israelitas le preguntan a Dios quién será primero en
ir a combatir a los cananeos, Yahveh les responde que será Juda, que Él ya ha
puesto al país en sus manos.
Juda conquista Canaán y sus hermanos someten a otras de las ciudades; sin
embargo no arrasan con todos, dejan que esos pueblos convivan con ellos. Pero
eso no era lo que Él les había ordenado. Estos sucesos molestan a Dios y por
ello envía a un ángel.
"El Ángel de Yahveh subió de
Guilgal a Betel y dijo:
"Yo os hice subir de Egipto y os introduje en la tierra que había prometido con
juramento a vuestros padres. Yo dije: "No romperé jamás mi alianza con vosotros.
Pero vosotros no pactaréis con los habitantes de este país; sino que destruiréis
sus altares". Pero no habéis escuchado mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto? Por
eso os digo: No los arrojaré delante de vosotros; serán vuestros opresores y sus
dioses una trampa para vosotros".
Así que el Ángel de Yahveh dijo estas palabras a todos los israelitas, el pueblo
se puso a llorar a gritos.
Llamaron a aquel lugar Bokim, y ofrecieron allí sacrificios a Yahveh. Josué
despidió al pueblo, y los israelitas se volvieron cada uno a su heredad para
ocupar la tierra.
El pueblo sirvió a Yahveh en vida de Josué y de los ancianos que le
sobrevivieron y que habían sido testigos de todas las grandes hazañas que Yahveh
había hecho a favor de Israel.
Josué, hijo de Nun, siervo de Yahveh, murió a la edad de 110 años. Le enterraron
en el término de su heredad, en Timnat Jeres, en la montaña de Efraím, al norte
del monte Gaás.
También aquella generación fue a reunirse con sus padres y les sucedió otra
generación que no conocía a Yahveh ni lo que había hecho por Israel. Entonces
los hijos de Israel hicieron lo que desagradaba a Yahveh y sirvieron a los
Baales. Abandonaron a Yahveh, el Dios de sus padres, que los había sacado de la
tierra de Egipto, y siguieron a otros dioses de los pueblos de alrededor; se
postraron ante ellos, irritaron a Yahveh; dejaron a Yahveh y sirvieron a Baal y
a las Astartés. Entonces se encendió la ira de Yahveh contra Israel. Los puso en
manos de salteadores que los despojaron, los dejó vendidos en manos de los
enemigos de alrededor y no pudieron ya sostenerse ante sus enemigos.
En todas sus campañas la mano de Yahveh intervenía contra ellos para hacerles
daño, como Yahveh se lo tenía dicho y jurado.
Los puso así en gran aprieto.
Entonces Yahveh suscitó jueces que los salvaron de la mano de los que los
saqueaban. Pero tampoco a sus jueces los escuchaban. Se prostituyeron siguiendo
a otros dioses, y se postraron ante ellos. Se desviaron muy pronto del camino
que habían seguido sus padres, que atendían a los mandamientos de Yahveh; no los
imitaron.
Cuando Yahveh les suscitaba jueces, Yahveh estaba con el juez y los salvaba de
la mano de sus enemigos mientras vivía el juez, porque Yahveh se conmovía de los
gemidos que proferían ante los que los maltrataban y oprimían. Pero cuando moría
el juez, volvían a corromperse más todavía que sus padres, yéndose tras de otros
dioses, sirviéndoles y postrándose ante ellos, sin renunciar en nada a las
prácticas y a la conducta obstinada de sus padres.
Se encendió la ira de Yahveh contra el pueblo de Israel y dijo: "Ya que este
pueblo ha quebrantado la alianza que prescribí a sus padres y no ha escuchado mi
voz, yo arrojaré en adelante de su presencia a ninguno de los pueblos que dejó
Josué cuando murió". Era para probar con ellos a Israel, a ver si seguían o no
los caminos de Yahveh, como los habían seguido sus padres y también para seguir
drenando de la comunidad a los más peligrosos.
Yahveh dejó en paz a estos pueblos, en vez de expulsarlos enseguida, y no los
puso en manos de Josué. " (Jueces 2:1-23).
Estos Jueces se desempañaban como caudillos que mantenían organizados a los
israelitas; pero cada vez que uno de ellos moría, el pueblo caía nuevamente en
la adoración de otros dioses y la degradación. Entonces ocurría que una nación
llegaba y los oprimía; los israelitas sojuzgados se acordaban de Yahveh quien
volvía a socorrerlos, instalaba otro Juez, y el ciclo recomenzaba.
Veamos a estos Jueces.
"Los israelitas hicieron lo que
desagradaba a Yahveh. Se olvidaron de Yahveh su Dios y sirvieron a los Baales y
a las Aserás. Se encendió la ira de Yahveh contra Israel y los dejó a merced de
Kusán Riseatáyim, rey de Edom, y los israelitas sirvieron a Kusán Riseatáyim
durante ocho años.
Los israelitas clamaron a Yahveh y Yahveh suscitó a los israelitas un libertador
que los salvó: Otniel, hijo de Quenaz y hermano menor de Caleb.
El espíritu de Yahveh vino sobre él, fue juez de Israel y salió a la guerra.
Yahveh puso en sus manos a Kusán Riseatáyim, rey de Edom y triumfó sobre Kusán
Riseatáyim.
El país quedó tranquilo cuarenta años. Y murió Otniel, hijo de Quenaz.
Los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh; y Yahveh
fortaleció a Eglón, rey de Moab, por encima de Israel, porque hacían lo que
desagradaba a Yahveh.
A Eglón se le juntaron los hijos de Ammón y de Amalec; salió y derrotó a Israel,
y tomó la ciudad de las Palmeras.
Los israelitas estuvieron sometidos a Eglón, rey de Moab, dieciocho años. "
(Jueces 3:7-14)
Así, una y otra vez, estas circunstancias se reiteran con los doce Jueces
posteriores a Josué.
Esta sucesión de Jueces me recuerda a un sistema muy usado por los servicios de
inteligencia de muchos gobiernos actuales, en el que se hace algo similar para
poder "descabezar" -por decirlo así-, posibles futuras rebeliones. El sistema
funciona más o menos así:
En tiempo de paz, por lo general, se concede una cierta libertad que hace que
los rebeldes, que permanecían ocultos, se sientan tranquilos, a salvo. Esa
sensación de "ya no se persigue a nadie" hace que afloren lentamente de sus
refugios y retornen a sus actividades "normales", al hacerlo vuelven a ser
visibles para quienes están encargados de su aniquilación. Por lo general, una
vez ubicadas a estas personas o grupos, se procede a su eliminación, captura o
desactivación. ¿Cómo se realiza esta desactivación? Puede ser que se los empuje
estimule, muy sutil y solapadamente, a realizar algún acto, aunque fuere,
mínimamente violento, para dar un motivo real al gobierno de intervención. El
gobierno interviene, la gente lo apoya, porque hay un fundamento concreto para
iniciar la represión y esas personas, que ya habían sido identificadas
anteriormente, son sacadas de en medio. Se vuelve a la paz y el ciclo
recomienza.
El pueblo común, por lo general, no llega a darse cuenta de lo que ocurrió, y de
que se han llevado detenidos a determinados personajes, podríamos decirlo,
"importantes".
Lo que se busca con esta metodología es que los brotes nunca lleguen a
convertirse en algo realmente significativo, que sea muy difícil de controlar,
se pretende evitar que estos brotes generen un caudillo de verdad o que
realmente den origen a un cambio efectivo de situación. Además, el entrenamiento
de los que deben elegir a quiénes desactivar les permite sacar del juego a gente
potencialmente peligrosa para ellos, personas que aún no están realizando cosas
que les afectan directamente en el momento, pero que, si se las deja proseguir,
tienen el potencial para hacerlo en el futuro.
Como variante, y para acelerar el proceso, a veces es el mismo gobierno el que
genera los puntos de atracción para este tipo de personas o grupos, haciéndose
pasar, ellos mismos, por rebeldes.
Es posible que Dios a través de estas tácticas buscara eliminar los rebrotes de
adoración a los dioses falsos y sus seguidores. ¿Qué mejor que su propia gente
se volcara a la adoración de otros dioses? Eso haría que inmediatamente los que
estaban escondidos salieran confiados a continuar con sus prácticas.
Si lo pensamos un poco, es posible que esa táctica sea común a todas las
insubordinaciones constantes del pueblo israelita, con cada insubordinación hubo
gente que fue eliminada.
El caso es que no hay forma de ocultarle nuestras intenciones a Dios, porque Él
ve en nuestras almas, entonces ¿por qué tomarse tantas molestias? Probablemente
porque hubiese sido raro ver que determinadas personas murieran sin un motivo
aparente en sus casas o en la calle, sin que se supiera el porqué. Además, es
posible que hubiesen dicho: ¿cómo Yahveh permite algo así?, o, ¿cómo hace algo
así?
Cada acción de Dios es precedida por un motivo visible que debe dejar una
enseñanza, una enseñanza que sea aprendida luego por los propios y "los otros".
No basta con prohibirles, con decirles que no hagan lo que Él les expresa
claramente que no deben hacer; además, tiene que llevarlo a la práctica, mostrar
qué pasa si de todas maneras lo hacen. "Un hecho vale por mil palabras", señala
el refrán.
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