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Jueces - Samuel - La Biblia 02/12/2024
"Hubo un hombre de Ramatáyim, sufita de la montaña de Efraím, que se llamaba Elcaná, hijo de Yeroján, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita. Tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Peninná; Peninná tenía hijos, pero Ana no los tenía. Este hombre subía de año en año desde su ciudad para adorar y ofrecer sacrificios a Yahveh Sebaot en Silo, donde estaban Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí, sacerdotes de Yahveh. El día en que Elcaná sacrificaba, daba sendas porciones a su mujer Peninná y a cada uno de sus hijos e hijas, pero a Ana le daba solamente una porción, pues aunque era su preferida, Yahveh había cerrado su seno. Su rival la zahería y vejaba de continuo, porque Yahveh la había hecho estéril. " (I Samuel 1:1-6).
Esta mujer, Ana, sufría mucho por no poder tener hijos -en esa época no tener
hijos era considerado una maldición de Dios-, lo que la hacía parecer menos ante
la comunidad. En su desesperación, y por su fe en Yahveh, ora con tanta devoción
en el templo que el sacerdote, Elí, le habla y le pregunta qué le pasa, porque
creía que estaba borracha. Al comprobar que no era así, que en realidad Ana está
tremendamente afligida y que estaba rogándole algo a Dios, Elí le pide a Yahveh
que le concediera a Ana lo que le estaba suplicando.
Dios le da un hijo a Ana. Ella, en sus plegarias, le había prometido que si le
concedía un hijo se lo iba a dedicar a Él -esto significaba entrar al
sacerdocio-, y decide cumplir su promesa.
Cuando el niño es destetado lo lleva al templo para que se convierta en
sacerdote.
Allí estaban también los hijos de Elí, el sacerdote, que eran personas
deshonestas, se quedaban con lo mejor de las ofrendas que llevaba el pueblo para
ofrecerle a Dios. Por supuesto las acciones de los hijos de Elí habían
desagradado inmensamente a Dios quien se lo comunica a Elí.
"Vino un hombre de Dios a Elí y le dijo: "Así ha dicho Yahveh. Claramente me he revelado a la casa de tu padre, cuando ellos estaban en Egipto al servicio de la casa de Faraón. Y le elegí entre todas las tribus de Israel para ser mi sacerdote, para subir a mi altar, incensar la ofrenda y llevar el efod en mi presencia, y he concedido a la casa de tu padre parte en todos los sacrificios por el fuego de los hijos de Israel. ¿Por qué pisoteáis el sacrificio y la oblación que yo he ordenado y pesan tus hijos más que yo, cebándoos con lo mejor de todas las oblaciones de mi pueblo Israel? Por eso -palabra de Yahveh, Dios de Israel- yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre en mi presencia, pero ahora -palabra de Yahveh- me guardaré bien de ello. Porque a los que me honran, yo les honro, pero los que me desprecian son viles. He aquí que vienen días en que amputarán tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de suerte que en tu casa los hombres no lleguen a madurar. Tú mirarás al lado de la Morada todo el bien que yo haga a Israel y nunca habrá hombres maduros en tu casa. Conservaré a alguno de los tuyos cabe mi altar para que sus ojos se consuman y su alma se marchite, pero la mayor parte de los tuyos perecerá por la espada de los hombres. Será para ti señal lo que va a suceder a tus dos hijos Jofní y Pinjás: en el mismo día morirán los dos. Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos, le edificaré una casa permanente y caminará siempre en presencia de mi ungido. El que quedare de tu casa vendrá a postrarse ante él para conseguir algún dinero o una torta de pan y dirá: "Destíname, por favor, a una función sacerdotal cualquiera, para que tenga un bocado de pan que comer". " (I Samuel 2:27-36).
La maldición de Dios ya estaba sobre los hijos de Elí, para este el enojo
divino no sería algo que les llegaría sin haber sido prevenidos. Elí ya les
había advertido a sus hijos que lo que hacían era incorrecto, estaba mal y que
llegado el momento nadie iba a poder hacer nada por ellos para salvarlos.
En esa época no eran comunes las visiones de Dios. Cierto día Yahveh se presenta
a Samuel, cuando ya Elí era muy anciano, y le dice que Él, Dios, va a realizar
algo muy grande en el pueblo de Israel, y que ese día va a dar curso a la
maldición contra la casa de Elí, y que él, Samuel, será quien la lleve a cabo.
Samuel crecía y, por sus cualidades, ya era un profeta reconocido por todo el
pueblo de Israel.
"Ocurrió en aquel tiempo que los
filisteos se reunieron para combatir a Israel, y los israelitas salieron a su
encuentro para el combate.
Acamparon cerca de Eben Haézer, mientras que los filisteos habían acampado en
Afeq.
Se pusieron los filisteos en orden de batalla contra Israel; se libró un gran
combate y fue batido Israel por los filisteos, muriendo en las filas, en campo
abierto, cerca de 4.000 hombres.
Volvió el ejército al campamento, y los ancianos de Israel dijeron: "¿Por qué
nos ha derrotado hoy Yahveh delante de los filisteos? Vamos a buscar en Silo el
arca de nuestro Dios; que venga en medio de nosotros y que nos salve del poder
de nuestros enemigos".
El pueblo envió a Silo y sacaron de allí el arca de Yahveh Sebaot que está sobre
los querubines; acompañaron al arca Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí.
Cuando el arca de Yahveh llegó al campamento, todos los israelitas lanzaron un
gran clamor que hizo retumbar las tierras. Los filisteos oyeron el estruendo del
clamoreo y dijeron: "¿Qué significa este gran clamor en el campamento de los
hebreos?". Y se enteraron de que el arca de Yahveh había llegado al campamento.
Temieron entonces los filisteos, porque se decían: "Dios ha venido al
campamento". Y exclamaron: "¡Ay de nosotros! Nunca había sucedido tal cosa. ¡Ay
de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos dioses poderosos? ¡Estos son
los dioses que castigaron a Egipto con toda clase de plagas en el desierto!
¡Cobrad ánimo y sed hombres, filisteos, para no tener que servir a los hebreos
como ellos os han servido a vosotros; sed hombres y pelead!"
Trabaron batalla los filisteos. Israel fue batido y cada cual huyó a sus
tiendas; la mortandad fue muy grande, cayendo de Israel 30.000 infantes.
El arca de Dios fue capturada y murieron Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí.
Un hombre de Benjamín salió corriendo del campo de batalla y llegó a Silo aquel
mismo día, con los vestidos rotos y la cabeza cubierta de polvo. Cuando llegó,
estaba Elí en su asiento, a la puerta, atento al camino, porque su corazón
temblaba por el arca de Dios. Vino, pues, este hombre a traer la noticia a la
ciudad, y toda la ciudad comenzó a gritar. Oyó Elí los gritos y preguntó: "¿Qué
tumulto es éste?". Diose prisa el hombre y se lo anunció a Elí. Contaba éste 98
años, tenía las pupilas inmóviles y no podía ver. El hombre dijo a Elí: "Vengo
del campo de batalla, he huido hoy del campo". Elí preguntó: ¿Qué ha pasado,
hijo mío?". El mensajero respondió: "Israel ha huido ante los filisteos. Además
el ejército ha sufrido una gran derrota, también han muerto tus dos hijos y
hasta el arca de Dios ha sido capturada". A la mención del arca de Dios, cayó
Elí de su asiento, hacia atrás, en medio de la puerta, se rompió la nuca y
murió, pues era anciano y estaba ya torpe. Había sido juez en Israel durante
cuarenta años. Su nuera, la mujer de Pinjás, estaba encinta y para dar a luz.
Cuando oyó la noticia de que el arca de Dios había sido capturada y la muerte de
su suegro y su marido, se encogió y dio a luz, pues la habían acometido sus
dolores. Estando a la muerte, las que la asistían le dijeron: "Ánimo, que es un
niño lo que has dado a luz", pero ella no respondió ni prestó atención. Llamó al
niño Ikabod, diciendo: "La gloria ha sido desterrada de Israel", aludiendo a la
captura del arca de Dios, a su suegro y a su marido. " (I Samuel 4:1-22).
Ese día se cumple la profecía que Dios le había hecho a Samuel, o al menos
parte; ya habían muerto Elí y sus dos hijos. Ya se había escuchado el clamor,
los alaridos de los israelitas.
Los filisteos eran parte de "los otros" de los que venimos hablando, estos otros
pueblos le tenían mucho miedo al dios de los Israelitas, su fama los precedía.
Los filisteos se llevan el arca a la ciudad de Asdod, y la ponen en el templo
dedicado a su dios Dagón, la colocaron al lado de la estatua de este ídolo. A la
mañana siguiente, encuentran al ídolo tirado en el piso delante del arca, lo
levantan y lo vuelven a poner en su lugar. Al día siguiente, otra vez lo
encuentran en el piso, pero en esta ocasión, además, el ídolo tenía cortadas las
manos y la cabeza. Luego de esos hechos cayó sobre Asdod una plaga enviada por
Dios, que le hizo salir tumores a toda la gente. Al ver esto, los filisteos
pensaron que debían sacar el arca de los israelitas de la ciudad y decidieron
llevarla a Gat. Allí también cayó la plaga sobre todos los varones, y grandes y
chicos, tuvieron tumores.
"Enviaron entonces el arca de Dios
a Ecrón, exclamaron los ecronitas: Han encaminado hacia mí el arca del Dios de
Israel para hacerme perecer con mi pueblo".
Hicieron convocar a todos los tiranos de los filisteos y dijeron: "Devolved el
arca del Dios de Israel; que vuelva a su sitio y no me haga morir a mí y a mi
pueblo". Pues había un terror mortal en toda la ciudad, porque descargó allí
duramente la mano de Dios.
Los que no murieron fueron atacados de tumores y los alaridos de angustia de la
ciudad subieron hasta el cielo." (I Samuel 5:10-12).
"Siete meses estuvo el arca de
Yahveh en territorio filisteo.
Llamaron los filisteos a los sacerdotes y adivinos y preguntaron: "¿Qué debemos
hacer con el arca de Yahveh? Hacednos saber cómo la hemos de enviar a su sitio".
Ellos respondieron: "Si queréis devolver el arca del Dios de Israel, no la
devolváis de vacío, ofrecedle una reparación y entonces sanaréis y sabréis por
qué no se ha apartado su mano de vosotros". Preguntaron ellos: "¿Qué reparación
hemos de ofrecer?". Y respondieron: "Conforme al número de los tiranos de los
filisteos, cinco tumores de oro y cinco ratas de oro, porque el mismo castigo
sufrís vosotros que vuestros tiranos. Haced imágenes de vuestros tumores y de
vuestras ratas que devastan el país y dad gloria al Dios de Israel. Acaso
aligere su mano de sobre vosotros, vuestros dioses y vuestra tierra. ¿Por qué
habéis de endurecer vuestros corazones como endurecieron su corazón los egipcios
y Faraón? ¿No los tuvieron que dejar partir después que Dios los hubo
maltratado? Ahora, pues tomad y preparad una carreta nueva y dos vacas que estén
criando y que no hayan llevado yugo; unciréis las vacas a la carreta y haréis
volver sus becerros al establo. Tomaréis el arca de Yahveh y la pondréis sobre
la carreta. Cuanto a los objetos de oro que le habéis ofrecido como reparación,
los meteréis en un cofre a su lado, y la dejaréis marchar. Y fijaos: si toma el
camino de su país, hacia Bet Semes, es él el que nos ha causado esta gran
calamidad; si no, sabremos que no ha sido su mano la que nos ha castigado y que
todo esto nos ha sucedido por casualidad".
Así lo hicieron aquellos hombres: tomaron dos vacas que estaban criando y las
uncieron a la carreta, pero retuvieron las crías en el establo.
Colocaron sobre la carreta el arca de Yahveh y el cofre con las ratas de oro y
las imágenes de sus tumores.
Tomaron las vacas en derechura por el camino de Bet Semes y mantuvieron la misma
ruta; caminaban mugiendo, sin desviar ni a derecha ni a izquierda.
Los tiranos de los filisteos las siguieron hasta los confines de Bet Semes. Los
de Bet Semes segando el trigo en el valle, y alzando la vista vieron el arca y
fueron gozosos a su encuentro. " (I Samuel 6:1-13).
Los pobladores de Bet Semes se alegraron al ver llegar el arca y fueron a buscarla. La bajaron de la carreta y ofrecieron ofrendas a Yahveh por haberla recuperado. De entre los de Bet Semes, los hijos de Jaconías, no se alegraron al ver el arca. Dios los castigó y mató a setenta de sus hombres.
"Dijeron entonces las gentes de Bet
Semes: "¿Quién podrá resistir delante de Yahveh, el Dios Santo? ¿A quién subirá,
alejándose de nosotros?
Enviaron mensajeros a los habitantes de Quiryat Yearim para decirles: "Los
filisteos han devuelto el arca de Yahveh. Bajad y subidla con vosotros". " (I
Samuel 6:20-21).
"Vinieron las gentes de Quiryat Yearim y subieron el arca de Yahveh.
La llevaron a la casa de Abinadab, en la loma, y consagraron a su hijo Eleazar
para que custodiase el arca de Yahveh.
Pasaron muchos días -veinte años- desde el día en que el arca se instaló en
Quiryat Yearim, y toda la casa de Israel suspiró por Yahveh. Entonces Samuel
habló así a toda la casa de Israel: "Si os volvéis a Yahveh con todo vuestro
corazón, quitad de en medio de vosotros los dioses extranjeros y las Astartés,
fijad vuestro corazón en Yahveh y servidle a él solo y entonces él os librará de
la mano de los filisteos".
Los israelitas quitaron los Baales y las Astartés y sirvieron sólo a Yahveh.
Samuel dijo: "Congregad a todo Israel en Mispá y yo suplicaré a Yahveh por
vosotros". Se congregaron, pues, en Mispá, sacaron agua, que derramaron ante
Yahveh, ayunaron aquel día y dijeron: "Hemos pecado contra Yahveh".
Samuel juzgó a los israelitas en Mispá.
Cuando los filisteos supieron que los israelitas se habían reunido en Mispá,
subieron los tiranos de los filisteos contra Israel. Habiéndolo oído los
israelitas, temieron a los filisteos y dijeron los israelitas a Samuel: "No
dejes de invocar a Yahveh nuestro Dios, para que él nos salve de la mano de los
filisteos"." (I Samuel 7:1-8)
Aquí aparece el motivo que subyace en toda esta historia y la razón de la
conducta de Dios, que hasta ahora no me resultaba evidente, ¿qué había ocurrido
con el pueblo de Israel para que Dios los entregara a los filisteos? Aquellos
nuevamente habían sucumbido al culto de dioses falsos: "Los israelitas quitaron
los Baales y las Astartés y sirvieron sólo a Yahveh".
Otra vez se habían desviado del camino. Este desvío de los israelitas también
hace que Dios elimine a muchos de los filisteos, que seguramente, también habían
llegado a límites muy altos de degradación e idolatría. Nuevamente, sus tajantes
acciones hacen "remojar las barbas" de propios y ajenos.
"Tomó Samuel un cordero lechal y lo
ofreció entero en holocausto a Yahveh, invocó a Yahveh en favor de Israel y
Yahveh le escuchó.
Estaba Samuel ofreciendo el holocausto, cuando los filisteos presentaron batalla
a Israel, pero tronó Yahveh aquel día con gran estruendo sobre los filisteos,
los llenó de terror y fueron batidos ante Israel.
Los hombres de Israel salieron de Mispá y persiguieron a los filisteos
desbaratándolos hasta más abajo de Bet Kar.
Tomó entonces Samuel una piedra y la erigió entre Mispá y Yesaná y le dio el
nombre de Eben Haézer, diciendo: "Hasta aquí nos ha socorrido Yahveh".
Los filisteos fueron humillados.
No volvieron más sobre el territorio de Israel y la mano de Yahveh pesó sobre
los filisteos durante toda la vida de Samuel.
Las ciudades que los filisteos habían tomado a los israelitas fueron devueltas a
Israel, desde Ecrón hasta Gat, liberando Israel su territorio del dominio de los
filisteos. Y hubo paz entre Israel y los amorreos.
Samuel juzgó a Israel todos los días de su vida. Hacía cada año un recorrido por
Betel, Guilgal, Mispá, juzgando a Israel en todos estos lugares. Después se
volvía a Ramá porque allí tenía su casa, y juzgaba a Israel. Y edificó allí un
altar a Yahveh. " (I Samuel 7:9-17).
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