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Salomon - La Biblia 20/11/2024
Muerte de David y consagración de Salomón
David ya está muy entrado en años, y le queda poco tiempo de vida.
Uno de sus hijos, Adonías, empieza a prepararse para convertirse en su sucesor.
Pero David no había dicho que él sería quien habría de sucederlo; es más, él
había elegido a Salomón, hijo de su mujer Betsabé, para ser el nuevo rey.
Al descubrir que Adonías ya tenía todo preparado, y que, además, había hecho
alianzas, decide acelerar el proceso de ungir rey a Salomón.
"Dijo el rey David: "Llamadme al
sacerdote Sadoq, al profeta Natán y a Benaías, hijo de Yehoyadá". Y entraron a
presencia del rey. El rey les dijo: "Tomad con vosotros a los veteranos de
vuestro señor, haced montar a mi hijo Salomón sobre mi propia mula y bajadle a
Guijón. El sacerdote Sadoq y el profeta Natán le ungirán allí como rey de
Israel, tocaréis el cuerno y gritaréis: "Viva el rey Salomón". Subiréis luego
detrás de él, y vendrá a sentarse sobre mi trono y él reinará en mi lugar,
porque le pongo como caudillo de Israel y Judá". Benaías, hijo de de Yehoyadá,
respondió al rey: "Amén. Así habla Yahveh, Dios de mi señor el rey. Como ha
estado Yahveh con mi señor el rey, así esté con Salomón y haga su trono más
grande que el trono de mi señor el rey David".
Bajaron el sacerdote Sadoq, el profeta Natán, Benaías, hijo de Yehoyadá, los
kereteos y los peleteos, e hicieron montar a Salomón sobre la mula del rey David
y le llevaron a Guijón.
El sacerdote Sadoq tomó de la Tienda el cuerno del aceite y ungió a Salomón,
tocaron el cuerno y todo el pueblo gritó: "Viva el rey Salomón". Subió después
todo el pueblo detrás de él; la gente tocaba las flautas y manifestaba tan gran
alegría que la tierra se hendía con sus voces. Lo oyó Adonías y todos los
invitados que con él estaban cuando habían acabado de comer; oyó Joab el sonido
del cuerno y dijo: "¿Por qué este ruido de la ciudad alborotada?". Estaba
todavía hablando cuando llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar; y Adonías le
dijo: "Ven, pues eres un hombre valeroso y traerás buenas noticias". Jonatán
respondió a Adonías: "Todo lo contrario. Nuestro señor el rey David ha
proclamado rey a Salomón. El rey ha enviado con él al sacerdote Sadoq, al
profeta Natán, a Benaías, hijo de Yehoyadá, a los kereteos y peleteos, y le han
hecho montar sobre la mula del rey. El sacerdote Sadoq y el profeta Natán le han
ungido rey en Guijón; han subido de allí llenos de gozo; la ciudad está
alborotada; y ése es el tumulto que habéis oído. Más aún, Salomón se ha sentado
en el trono real, y los servidores del rey han ido a felicitar a nuestro rey
David diciendo: Que tu Dios haga el nombre de Salomón más dichoso que tu propio
nombre y haga su trono más grande que tu trono. El rey se ha prosternado en su
lecho, y ha dicho así: "Bendito Yahveh, Dios de Israel, que ha permitido que un
descendiente mío se siente hoy sobre mi trono y que mis ojos lo vean"". Todos
los invitados que estaban con Adonías temieron y, levantándose, se fueron cada
uno por su camino. Adonías tuvo miedo de Salomón; se levantó y se fue y se
agarró a los cuernos del altar. Avisaron a Salomón: "Mira que Adonías tiene
miedo del rey Salomón y se ha agarrado a los cuernos del altar diciendo: Que el
rey Salomón me jure desde hoy que su servidor no morirá a espada". Dijo Salomón:
"Si es hombre honrado, no caerá en tierra ni uno de sus cabellos, pero si se
halla maldad en él, morirá". El rey Salomón mandó que lo bajaran de junto al
altar; entró y se postró ante el rey Salomón, y Salomón le dijo: Vete a tu
casa". " (I Reyes 1:32-53)
Otra vez presenciamos las luchas intestinas por el poder, la descripción de
trivialidades y narraciones de temas puramente terrenales.
David fallece y, como era totalmente previsible, Salomón asume el reinado y mata
a Adonías.
Salomón termina de someter a los aliados que tenía Adonías y consolida su
reinado.
Veamos a Salomón.
"Salomón fue yerno de Faraón, rey
de Egipto; tomó la hija de Faraón y la llevó a la Ciudad de David, mientras
terminaba de construir su casa, la casa de Yahveh y la muralla en torno a
Jerusalén. Con todo, el pueblo ofrecía sacrificios en los altos, porque en
aquellos días no había sido aún construida una casa para el Nombre de Yahveh.
Salomón amaba a Yahveh y andaba según los preceptos de David su padre, pero
ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los altos.
Fue el rey a Gabaón para ofrecer allí sacrificios, porque aquel es el alto
principal.
Salomón ofreció mil holocaustos en aquel altar.
En Gabaón Yahveh se apareció a Salomón en sueños por la noche. Dijo Dios:
"Pídeme lo que quieras que te dé". Salomón dijo: "Tú has tenido gran amor a tu
siervo David mi padre, porque él ha caminado en tu presencia con fidelidad, con
justicia y rectitud de corazón contigo. Tú le has conservado este gran amor y le
has concedido que hoy se siente en su trono un hijo suyo. Ahora Yahveh mi Dios,
tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David mi padre, pero yo soy un niño
pequeño que no sabe salir ni entrar. Tu siervo está en medio del pueblo que has
elegido, pueblo numeroso que no se puede contar ni numerar por su muchedumbre.
Concede, pues, a tu siervo, un corazón que entienda para juzgar a tu pueblo,
para discernir entre el bien y el mal, pues ¿quién será capaz de juzgar a este
pueblo tuyo tan grande?". Plugo a los ojos del Señor esta súplica de Salomón, y
le dijo Dios: "Porque has pedido esto y, en vez de pedir para ti larga vida,
riquezas, o la muerte de tus enemigos, has pedido discernimiento para saber
juzgar, cumplo tu ruego y te doy un corazón sabio e inteligente como no lo hubo
antes de ti ni lo habrá después. También te concedo lo que no has pedido,
riquezas y gloria, como no tuvo nadie entre los reyes. Si andas por mis caminos,
guardando mis preceptos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo
prolongaré tus días".
Se despertó Salomón y era un sueño. Entró en Jerusalén y se puso delante del
arca de la alianza del Señor; ofreció holocaustos y sacrificios de comunión y
dio un banquete a todos sus servidores. " (I Reyes 3:1-15)
Imposible pasar por la lectura de la Biblia sin leer esta famosa narración.
"Vinieron por entonces al rey dos
prostitutas y se presentaron ante él.
Una de las mujeres dijo: "Oyeme, mi señor. Yo y esta mujer vivíamos en una misma
casa, y yo he dado a luz, estando ella conmigo en la casa. A los tres días de mi
alumbramiento, también dio a luz esta mujer; estábamos juntas, no había ningún
extraño con nosotras en la casa, fuera de nosotras dos. El hijo de esa mujer
murió una noche, porque ella se había acostado sobre él. Se levantó ella durante
la noche y tomó a mi hijo de mi lado, mientras tu sierva dormía, y lo acostó en
su regazo, y a su hijo muerto lo acostó en mi regazo. Cuando me levanté por la
mañana para dar de mamar a mi hijo, lo hallé muerto; pero fijándome en él por la
mañana vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz". La otra mujer dijo:
"No, todo lo contrario, mi hijo es el vivo y tu hijo es el muerto". Pero la otra
replicó: "No; tu hijo es el muerto y mi hijo es el vivo". Y discutían delante
del rey. Dijo el rey: "Esta dice: "Mi hijo es éste, el vivo, y tu hijo es el
muerto". Pero la otra dice: "No, tu hijo es el muerto, y mi hijo es el vivo".
Dijo el rey: "Traedme una espada". Llevaron una espada ante el rey. Dijo el rey:
"Partid en dos al niño vivo y dad una mitad a una y otra a la otra". La mujer de
quien era el niño vivo habló al rey, porque sus entrañas se conmovieron por su
hijo, y dijo: "Por favor, mi señor, que le den el niño vivo y que no le maten".
Pero la otra dijo: "No será ni para mí ni para ti: que lo partan". Respondió el
rey: "Entregad a aquélla el niño vivo y no le matéis; ella es la madre". Israel
oyó el juicio que hizo el rey y reverenciaron al rey, pues vieron que había en
él una sabiduría divina para hacer justicia. " (I Reyes 3:16-28)
Salomón resultó ser un rey muy inteligente y sabio, que hizo prosperar sobre
manera a los israelitas, quienes tuvieron paz y un gran crecimiento económico.
Salomón erigió un templo para Yahveh como nunca antes se había visto y la nube
de la presencia de Dios volvió a verse, como en las épocas de Moisés.
Lamentablemente Salomón tenía debilidades, ya desde el principio estaba en él el
germen del error.
Fue yerno del faraón egipcio y aunque amaba a Dios, igual quemaba inciensos como
los egipcios, éste parecía un detalle menor.., pero no lo era.
Salomón llegó a tener setecientas mujeres con el rango de princesas y
trescientas como concubinas. Ya en su ancianidad, adoptó a los dioses de sus
mujeres y edificó altares a Kemos, un dios de los moabitas tremendamente
sanguinario, y a Milkom, otro semejante.
Nuevamente los dioses paganos hacen su aparición entre el pueblo elegido. Todo
parecía marchar bien y cuando menos se esperaba, los encontramos, otra vez,
entregados a prácticas politeístas.
"Yahveh dijo a Salomón: "Porque de tu parte has hecho esto y no has guardado mi alianza y las leyes que te ordené, voy a arrancar el reino de sobre ti y lo daré a un siervo tuyo. No lo haré sin embargo en vida tuya por causa de David tu padre; lo arrancaré de mano de tu hijo. Tampoco arrancaré todo el reino; daré una tribu a tu hijo, en atención a David, mi siervo, y a causa de Jerusalén que he elegido"." (I Reyes 11:11-13)
Dios, en otro momento y ante un hecho de esta naturaleza, hubiese abierto la
tierra para que se tragara a Salomón; sin embargo, mira a un costado y le dice
que su castigo vendrá después de su muerte. ¿Por qué se lo permite? ¿Por qué no
actúa en ese momento?
Dios ya había hecho la limpieza más profunda inicial y ahora estaba afianzando
el nuevo escenario de creencias, el monoteísmo sobre el politeísmo inicial de
esos pueblos.
Es posible que el hecho de que Salomón erigiese templos a dioses que estaban
claramente prohibidos por Él le fuese útil para la historia general, para poder
dejar al descubierto a aquellos que silenciosamente los seguían y de esa manera
neutralizarlos, y de así continuar con ese vaivén de confianza-erradicación,
confianza-erradicación que ya hemos señalado.
Probablemente el nivel de los seguidores de estos dioses malvados y
sanguinarios, como los que se citan más arriba, fuese de menor envergadura que
los que encontraron los israelitas durante el éxodo, debido a que la respuesta
de Dios es mucho más mesurada.
También podemos pensar que las acciones contra Dios, las acciones de los hombres
que tienen papeles protagónicos en la historia, como Moisés, David, Salomón,
justamente, son puestos por Dios para que sirvan de enseñanza tanto a propios
como a ajenos, tanto al pueblo elegido, como a "los otros".
De todas maneras, valga la aclaración, cuando se dice que Dios mata a una
persona, o a un pueblo completo, debemos recordar que el alma no puede ser
muerta, el alma es inmortal. Sólo Dios sabe cuál es la necesidad de que esos
seres dejen de existir en este nivel de existencia como seres humanos.
Hay momentos en que esto se pone un poco más complicado, ¿no?
Sí…, sigamos.
Jeroboam y la muerte de Salomón
"Jeroboam era hijo de Nebat,
efraimita de Seredá; su madre se llamaba Seruá y era viuda. Era servidor de
Salomón y alzó la mano contra el rey.
Esta fue la ocasión de que alzara su mano contra el rey: Salomón estaba
construyendo el Milló, para cerrar la brecha de la ciudad de David su padre.
Este Jeroboam era hombre de valía.
Salomón vio cómo este joven hacía su trabajo y le puso al frente de toda la leva
de la casa de José.
Por aquel tiempo salió Jeroboam de Jerusalén, y el profeta Ajías de Silo le
encontró en el camino. Iba éste cubierto con un manto nuevo y estaban los dos
solos en el campo.
Ajías tomó el manto nuevo que llevaba, lo rasgó en doce jirones y dijo a
Jeroboam: "Toma para ti diez jirones, porque así dice Yahveh, Dios de Israel:
Voy a hacer jirones el reino de manos de Salomón y te voy a dar diez tribus. Le
quedará la otra tribu en atención a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que
me elegí entre todas las tribus de Israel; porque me ha abandonado y se ha
postrado ante Astarté, diosa de los sidonios, ante Kemós, dios de Moab, y ante
Milkom, dios de los ammonitas, y no ha seguido mis caminos haciendo lo que es
justo a mis ojos, ni mis decretos ni mis sentencias como su padre David. Pero no
tomaré todo el reino de su mano; le mantendré como príncipe todos los días de su
vida en atención a David mi siervo, a quién elegí y que guardó mis mandatos y
mis decretos. Pero tomaré el reino de mano de su hijo y te daré de él diez
tribus; daré a su hijo una tribu para que quede siempre a David mi siervo una
lámpara en mi presencia, delante de mí en Jerusalén, la ciudad que me elegí para
poner allí mi Nombre. Te tomaré a ti y te haré reinar sobre cuanto desee tu
alma, y serás rey de Israel. Si escuchas todo cuanto yo te ordene, y andas por
mi camino, y haces lo recto a mis ojos guardando mis decretos y mis mandamientos
como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré una casa estable
como se la edifiqué a David. Te entregaré Israel y humillaré el linaje de David
por esta causa. Pero no para siempre".
Salomón trató de dar muerte a Jeroboam, pero Jeroboam se levantó y huyó a
Egipto, junto a Sosaq, rey de Egipto, y estuvo en Egipto hasta la muerte de
Salomón.
El resto de los hechos de Salomón, todo lo que hizo y su sabiduría ¿no está
escrito en el libro de los hechos de Salomón?
El tiempo que Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel fue de cuarenta años.
Se acostó Salomón con sus padres y fue sepultado en la ciudad de su padre David.
Reinó en su lugar su hijo Roboam." (I Reyes 11:26-43).
Continúan las "intrigas palaciegas", Jeroboam es proclamado rey de Israel,
pero los que creían que el rey debía ser Roboam, hijo de Salomón, reúnen ciento
ochenta mil hombres y se disponen a declarar la guerra contra Israel para
imponerlo. Roboam, representaba a las tribus de Judá y de Benjamín.
Pero Dios les dice que no deben embarcarse en esa guerra fratricida.
"Así habla Yahveh:
"No subáis a combatir con vuestros hermanos los israelitas. Que cada uno se
vuelva a su casa porque esto es cosa mía".
Ellos escucharon la palabra de Yahveh, y se volvieron para ir conforme a la
palabra de Yahveh. Jeroboam fortificó Siquem, en la montaña de Efraím, y habitó
en ella. Salió de ella y fortificó Penuel." (I Reyes 12:24-25)
Jeroboam se aleja de Dios y reanuda la adoración de dioses falsos.
"Por orden de Yahveh, un hombre de
Dios llegó de Judá a Betel cuando Jeroboam estaba en pie sobre el altar para
quemar incienso, y por orden de Yahveh apostrofó al altar diciendo: "Altar,
altar, así dice Yahveh: Ha nacido a la casa de David un hijo llamado Josías que
sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los altos, a los que queman incienso
sobre ti, y quemará huesos humanos sobre ti".
Aquel mismo día dio una señal diciendo: "Esta es la señal de que Yahveh habla:
el altar va a romperse y se va derramar la ceniza que hay sobre él".
Cuando el rey oyó lo que el hombre de Dios decía contra el altar de Betel,
extendió su mano desde encima del altar diciendo: "Prendedle". Pero la mano que
extendió contra él se secó y no pudo volverla hacia sí. El altar se rompió y se
esparció la ceniza del altar según la señal que había dado el hombre de Dios por
orden de Yahveh.
Respondió el rey al hombre de Dios: "Aplaca, por favor el rostro de Yahveh tu
Dios, para que mi mano pueda volver a mí". Aplacó el hombre de Dios el rostro de
Yahveh, volvió la mano al rey y quedo como antes. Dijo el rey al hombre de Dios:
"Entra en casa conmigo para confortarte y te haré un regalo". Dijo el hombre de
Dios al rey: "Aunque me dieras la mitad de tu casa no entraré contigo y no
comeré ni beberé agua en este lugar, porque así me lo ha ordenado la palabra de
Yahveh: No comerás pan ni beberás agua ni volverás por el camino por el que has
ido". Y se fue por otro camino, no volvió por el camino por donde había venido a
Betel.
Vivía en Betel un anciano profeta. Vinieron sus hijos y le contaron cuanto había
hecho aquel día el hombre de Dios en Betel, contaron a su padre las palabras que
dijo el rey. Su padre les dijo: "¿Por qué camino se ha ido?". Sus hijos le
mostraron el camino por el que se fue el hombre de Dios que vino de Judá. Dijo a
sus hijos: "Aparejadme el asno". Y aparejaron el asno y se montó sobre él. Fue
en seguimiento del hombre de Dios y le encontró sentado bajo el terebinto y le
dijo: "¿Eres tú el hombre de Dios que ha venido de Judá?". El respondió: "Yo
soy". Le dijo: "Ven conmigo a casa y comerás algo". Respondió: "No puedo volver
contigo ni puedo comer pan ni beber agua en este lugar porque la palabra de Dios
me dijo: No comerás pan ni beberás agua ni volverás por el camino por el que
viniste". Pero él le dijo: "También yo soy profeta como tú, y un ángel me ha
hablado por orden de Yahveh diciendo: Hazle volver contigo a tu casa para que
coma y beba agua", pero le mentía.
Se volvió, pues, con él y comió pan y bebió agua en su casa.
Estando ellos sentados a la mesa, fue dirigida la palabra de Dios al profeta que
le había hecho volver, y gritó al hombre de Dios que vino de Judá, diciendo:
"Así dice Yahveh: Porque has desobedecido la voz de Yahveh y no has guardado la
orden que Yahveh tu Dios te había dado, sino que te has vuelto y has comido pan
y has bebido agua en el lugar del que dijo: No comerás pan y no beberás agua, tu
cadáver no entrará en la tumba de tus padres".
Después de haber comido y bebido, el profeta que le había hecho volver le
aparejó su asno. Partió, y un león le encontró en el camino y le mató; su
cadáver yacía en el camino y el asno permanecía junto a él; también el león
permanecía junto al cadáver.
Pasaron algunos hombres que vieron el cadáver tirado en el camino y al león que
permanecía junto al cadáver; entraron y lo contaron en la ciudad en que vivía el
anciano profeta. Lo oyó el profeta que le había hecho volver del camino, y dijo:
"Es el hombre de Dios que desobedeció la orden de Yahveh, y Yahveh lo ha
entregado al león que le ha destrozado y matado, según la palabra que le dijo
Yahveh". Habló a sus hijos diciendo: "Aparejadme el asno", y se lo aparejaron.
Partió, y halló el cadáver tendido en el camino, y al asno y al león que
permanecían junto al cadáver.
El león no había devorado el cadáver ni había destrozado al asno.
Levantó el profeta el cadáver del hombre de Dios, lo puso sobre el asno y lo
trajo. Entró en la ciudad el anciano profeta, le lloró y le sepultó. Depositó el
cadáver en su propio sepulcro, e hicieron la lamentación sobre él: "¡Ay, hermano
mío!" Después que le hubo sepultado, dijo a sus hijos: "Cuando yo muera, me
sepultaréis en el sepulcro en que ha sido sepultado el hombre de Dios; junto a
sus huesos depositaréis mis huesos, porque con toda certeza se cumplirá la
palabra que por orden de Yahveh gritó contra el altar de Betel y contra todos
los santuarios de los altos que hay en las ciudades de Samaría".
Después de esto no se volvió Jeroboam de su mal camino, continuó haciendo
sacerdotes para los altos de entre el pueblo común; a todo el que lo deseaba le
investía como sacerdote de los altos, Este proceder hizo caer en pecado a la
casa de Jeroboam y fue causa de su perdición y su exterminio de sobre la faz de
la tierra. " (I Reyes 13:1-34).
Aquí se plantean varios temas. Primero, Yahveh hace saber que el crimen de
adoración no quedará impune, y muestra su poder sobre el profeta y la
imposibilidad que tiene cualquiera de hacerle frente, -la mano de Jeroboam se
seca-. Segundo, Dios muestra que no importa que tan cerca suyo se encuentren, no
deben desviarse de lo que les mandó a hacer; si Dios dice que algo es blanco, es
blanco, no gris, ni verde…, es blanco; y si dice que no vuelvas ni comas, pues,
no debes ni volver ni comer. Dios tiene sus motivos y necesita que sean
obedientes y no pongan en duda lo que dictamina. Lo que Dios ordena no tiene
medias tintas, no es algo sobre lo que se pueda discutir.
Esta idea se repite en el acervo de la humanidad, está plasmada en el refrán "si
fulano se tira a un pozo, ¿vos también te vas a tirar?".
Todos deben escuchar y aprender. Si Dios dice que no se debe adorar a dioses
falsos y que no se deben hacer ídolos de piedra, entonces no se debe ni adorar
dioses falsos ni hacer ídolos de piedra, ¿cuál es la duda?
La implantación de la monarquía no trajo buenos resultados para Israel, excepto
un momento de bonanza económica con Salomón, lo demás fue retroceso y división.
El pueblo elegido ya no era una unidad, ahora se encontraba dividido y en una
etapa de plena adoración de otros dioses. Además, mostraban otras actitudes
degradantes, consecuencia de haber vuelto a costumbres bárbaras, y haberse
alejado de las normas de Dios. Israel se atomizaba y salvo un par de excepciones
todo era cuesta abajo.
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